Parece que Biden está por delante en las encuestas pero eso no quiere decir que vaya a ganar. Las claves para entender cómo interpretarlas y su fiabilidad.
Ahora que tanto los demócratas como los republicanos han celebrado sus convenciones y ha pasado el fin de semana del Día del Trabajo, la campaña presidencial de Estados Unidos está oficialmente en pleno apogeo. Esta es una noticia emocionante para aquellos a quienes nos encanta seguir las encuestas, porque ahora de verdad tiene sentido.
Cuando se habla de sondeos es fundamental tener en cuenta que no se trata de bolas de cristal, son instantáneas de lo que está sucediendo en el momento en que se recopilan los datos. Las tendencias ascendentes, descendentes o estables pueden ayudarnos a comprender cómo las noticias, los actos de campaña y otros acontecimientos pueden estar influyendo en la opinión pública, pero no son predictivos, como muchos artículos periodísticos quieren hacernos creer.
Es difícil culpar a los periodistas y directores de medios por intentar estimular la “carrera de caballos” de los sondeos: ¡son emocionantes e incluso un poco sexys! Pero demasiados periodistas informan sin mucha o ninguna formación en metodología cuantitativa y utilizan términos sin sentido como “empate estadístico”, que hace que los politólogos se suban por las paredes. Además, no todos los sondeos son iguales, algunos tienen una excelente metodología y otros son menos fiables. Como la mayoría de las cosas en la política y las relaciones internacionales, el asunto es complicado y a la prensa no le gusta mucho la complicación. Dicho esto, intentaré “descomplicar” aquí los sondeos de las elecciones presidenciales estadounidenses con algunas preguntas y respuestas.